La naranja mecánica
“La Naranja Mecánica es mi película favorita ahora mismo. Tenía ciertos prejuicios contra ella pero tras verla, me di cuenta de que es la única que existe acerca del verdadero significado del mundo moderno.” Luis BuñuelFilm que con aciertos y errores, tiene el status de obra clásica, influencia de una generación entera de cineastas y cinéfilos. Desde varios puntos de vista como el estético, el moral -hasta por su nefasta historia de prohibiciones-, todo teñido de un personal e innovador estilo. Adaptación inmejorable del libro de Anthony Burgess, que narra parte de su experiencia personal al estar desempleado y ser víctima de la violencia por el hecho -poco conocido- de ser su propia esposa víctima de una violación por tres soldados durante la guerra.
También este film lleva todas las características propias del realizador, sus defectos y sus virtudes. Grandilocuente y pretenciosa, sagaz, onírica, llena de signos. Vital y fuerte. En el debe se puede mencionar como su film que peor envejeció, a causa de que compone la película con todos íconos futuristas (encargado a los mejores diseñadores del momento) que languidecería con el paso del tiempo convirtiéndose en una marca de los propios años setenta.
Es el film que marcó su impronta de dividirlos en dos mitades antagónicas, como un viaje de ida y vuelta de sus personajes con el bagaje de las acciones-adquisiciones hechas por el camino y sus funestas consecuencias. Mostrándonos la violencia sin violencia, casi de forma artística (si la miramos hoy sería risible las prohibiciones de la época) dando un paso más terrenal que las odiseas del hombre que nos mostrara solo tres años antes en el film 2001.
Acierto en la elección de un ignoto protagonista (Andrew MacDowell), solo conocido por la melosa Love Store, después de utilizar Kubrick en casi todas sus películas -menos las primeras y 2001- a actores consagrados como Sterling Hayden, Kirk Douglas, Peter Sellers (en dos oportunidades) y James Manson.
El comienzo
Un comienzo poderoso, casi intimidatorio. Uno de los mejores de Kubrick y de cualquier film. La mirada fría y asesina de Alex (preanunciando su incipiente locura) que mediante un lento travelling se convierte en el Milkibar con sus druggos/amigos, que nos acecha y se configura, en esos comienzos que prefería para enganchar al espectador y mantenerlo atento a lo que vendrá.
Según una excelente apreciación de los críticos españoles Felici y Marco, esta mirada de Alex es una continuación de la mirada del último plano de su film antecesor, el niño estrella de 2001. La esperanza y el optimismo de esa escena choca con la violencia de ésta, volviendo al presente el pesimismo típico de casi todos los films de Kubrick.
Las grandes escenas son muchas. La puesta estética en la cual pelean con una pandilla rival en un escenario teatral, brinda una oda a la violencia en plan ballet. Las tomas en ralenti del “ajusticiamiento” al borde de la piscina por parte de Alex reafirmando su liderazgo al son de la música clásica que domina todo el film. La danza mortal con la sra. Gato en su habitación sexual (con un falo gigante y un busto de Beethoven por cada lado como armas) provocan tanto la muerte de ella como la caída/muerte del propio Alex. Los pasajes oníricos de la Biblia en la imaginación del protagonista (simil video clip), son todas ellas rodadas con la delicadeza de un papel de lija pasado por ácido; escenas dignas de un verdadero amante del cine y la música, como ya lo demostrara en la utilización de esta última en la metafísica 2001.
Problemas
Filmada durante el invierno de 1970/1971, uno de los primeros inconvenientes que se le planteó era adaptar el nadsat (sufijo ruso para “adolescente”) que se había inventado el autor como argot de los pandilleros, inspirado en sus estudios del idioma ruso. Kubrick lo resuelve transcribiendo fielmente palabra por palabra de la invención, con la absoluta comprensión y aceptación de los espectadores.
Otro obstáculo fueron las amenazas hacia el director y su familia culpándolo de la violencia en las calles inglesas por el furor del film y sus imágenes. Kubrick decidió al poco tiempo de ser exhibida en Gran Bretaña la cancelación. A pesar de todo las reposiciones hicieron una increíble rentabilidad del film -costó dos y recaudó cuarenta- afianzando la independencia del director y asegurándole el control absoluto de toda su posterior obra.
A pesar de todo ello, el texto tiene un último capítulo que redime a Alex -ya mayor, casado y feliz- de todos sus hechos, reinsertándose nuevamente a la sociedad que lo rechazaba y dando, un epílogo más esperanzador, católico y banal. Kubrick lo descarta por lo inadecuado para la temática de su película y del propio libro (que se editara en verdad sin ese último capítulo en EEUU).
Más que gráfica es la cita de un integrante técnico del staff del film, que ejemplifica claramente el pensamiento del director y del fin mismo de la película: “Kubrick con 2001, Odisea del Espacio nos muestra lo que podríamos haber tenido, y con La Naranja Mecánica, nos muestra lo que vamos a obtener en realidad…”
“El hombre debe poder decidir sobre el bien y el mal, incluso si opta por el mal. Negarle esa elección es convertirlo en algo que no llega a ser humano… en una naranja mecánica” Stanley Kubrick