Embarrada y previsible ración de espantos bíblicos, de catástrofes apostólicas que huelen a blockbuster de cartel gigantesco en la puerta del videoclub, golosina infumable para paladares algo exigentes y atractivo pasa-ratos para quien, en el fondo,

★★☆☆☆ Mediocre

La cosecha

Hay como una arqueología del apocalipsis, ganas de confinar el caos y los enigmas de naturaleza bíblica en tramas noveladas, aptas para un consumo comercial inmediato. Como si la Teología pudiese ser reducida a distraimiento de suplemento dominical. Los efectos colaterales del tsunami Dan Brown dan frugales fenómenos mediáticos que apelan al sobresalto religioso, a la remota y revolucionaria posibilidad de subvertir el andamiaje mitológico o metafórico del cristianismo y convertirlo en un apaño maestro, en un engaño prolongado durante dos milagrosos milenios.

Basta acudir al estante de novedades de cualquier librería para entender el alcance monstruoso de esta moda que ya parece una epidemia. La cosecha se afilia a esta antología del disparate ecuménico y confirma la idea de que el espectador poco exigente – el de pronto contento – va a salir alegre y ufano, convencido de que sus naturales inquietudes sobrenaturales han tenido un soporte audiovisual mesiánico, mayestático, sobrecogedor e incontestable. Plagas bíblicas, milagros, anticristos y bastardías varias de Nuestro Señor Jesucristo arrebatan al creyente formal y distraen a quien únicamente busca distracción. A todos los demás, a quienes, crean o no, les satisface un cuidado de las formas y un sustento dramático competente las películas como La cosecha le traen al fresco. Se le abrirán un poco más los ojos en las obligadas escenas de lujo infográfico ( aquí las hay, no cabe duda ) y se romperá en bostezos cuando el director ocupe el metraje intermedio con diálogos gilipollescos y justificaciones pseudocientíficas. La delgada línea entre la fe y la superstición proviene de la maestría en el manejo de un ordenador con una potenta tarjeta gráfica.

Frívola, a mitad entre el thriller bíblico y el docudrama apocalíptico, el film prescinde de todo interés literario y hace recaer su posible interés ( no se lo arrebatemos tan pronto ) en la pericia de la posproducción, faltaría más. Esta fantasía de holgado presupuesto se adhiere a un género potencialmente nocivo: el thriller apocalíptico, el suspense con mística especulativa. Temo lo peor: temo que cundan estas incursiones en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, libros fantásticos, en el sentido literal del término, pero indicadores, en última instancia, del poco arrojo imaginativo de los nuevos guionistas del cine, que huyen del riesgo como si se tratara de una nube de langostas y se abrazan, impúdicamente, a este filón inagotable y, para asombro de los productores, golosísimo para el espectador fácilmente impresionable. Sólo es cuestión de esperar unas semanas y ver cómo la película se sostiene en pantalla, robándole cartel a otras propuestas menos espectaculares, pero más vitaminadas de cine, de interés, de honestidad.
Lo mejor: Poca cosa, la verdad. los efectos.
Lo peor: El puñetero resto.
publicado por Emilio Calvo de Mora el 7 abril, 2007

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