Estos actores metidos a directores parece que dirigen para que sepamos que no son tontos.Todas ellas buscan ser difíciles. El estilo postmoderno parece consistir en el abuso de la elipsis inteligente; en la suposición de que el espectador es un tío l
Estos actores metidos a directores, como Clooney en “Buenas noches y buena suerte”, Banderas, o De Niro, parece que dirigen para que sepamos que no son tontos. “El buen pastor” habla de los hilos de la historia que nos han llevado a donde estamos, de los hilos que mueven el mundo, igual que “Syriana”, o que “El señor de la guerra”. Todas ellas buscan ser difíciles. El estilo postmoderno parece consistir en el abuso de la elipsis inteligente; en la suposición de que el espectador es un tío listísimo. El director postmoderno no explica, presupone que estamos de vuelta de todo, se adelanta a nuestras anticipaciones. Y yo creo que ya va siendo hora de reclamar un cine más sencillo.
De Niro empieza la película planteando un misterio. La CIA fue derrotada en Bahía de Cochinos porque Fidel Castro tenía un soplón. Mientras Damon investiga quien fue, la historia hace un recorrido, no del todo indispensable, por el pasado del protagonista, y el nacimiento del departamento de Inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial.
Si olvidamos las tramas secundarias, cosa fácil de hacer gracias a su inagotable proliferación, la película plantea un dilema moral entre la patria y el corazón, o entre el deber y la felicidad. No deja de ser inquietante, pero da una respuesta demasiado paternalista. En manos como estas, el final “Romeo y Julieta” se convertiría en una lección para hijos malcriados, y los padres de los Capuleto y los Montesco serían los héroes.