Time
Voy a hablaros un poquitín de una película a la que le he puesto la etiqueta de “críticas de cartelera”, pero que hará ya algunos meses que fue estrenada en España. La película en cuestión es la coreana Time.Para quienes, como yo, creéis que últimamente a los orientales se les está yendo la pinza en demasía, esta película no hará sino confirmaros esa hipótesis, cuando no agravarla. Programas como Humor amarillo pasarán a ser escaparates de pequeñas travesurillas comparados con las psicopatías que se nos muestran en Time.
Todo comienza cuando la protagonista del filme se somete a una operación de cirujía estética para reestructurar sus rasgos faciales, ya que espera poder así recuperar la pasión perdida con su pareja. Este no es un caso aislado, multitud de centros estéticos se dedican hoy por hoy a desorientalizar los rasgos, tendencia que me parece de un bochornoso terrible, pues no denota sólo las carencias de autoestima de esta gente y lo superficial de su sociedad, sino que también implica renegar y despreciar unas raíces que, no olidemos, se remontan a más de tres milenios de antigüedad.
Esta película refleja esa crítica a la degenerada actual civilización oriental desde el punto de vista de uno de sus miembros, por lo que, creo, debe ser tenida en cuenta como verídica, no queriendo decir ésto, ni mucho menos, que no se haya tendido a la exageración.
Pero este es en esencia un filme de sentimientos. Unos también exagerados y surrealistas celos se entremezclan con un amor enfermizo para llegar a la clave de la película: la eterna inconformidad del ser humano. Los protagonistas se sumen en una repetición cíclica de alcance de objetivos y posterior decepción, pero que, lejos de la visión de ciclo que expusieran “mis helenos”, no es retroalimentativa, sino que, por el contrario, es autodestructiva.
Además de que la habitación de la patológicamente paranoica protagonista es sospechosa y preocupantemente parecida a la mía, señalar también como curiosidad la erótica belleza y especial simbolismo del parque de esculturas al que los personajes habitúan a acudir. Este parque contribuye en gran parte a crear la agradable fotografía del filme.
Las magníficas interpretaciones de los dos actores principales merecen más que esta mención, pero bueno, aquí queda dicho. Después de verlos es inevitable preguntarse si es posible interpretar tan bien la psicología de un loco sin estarlo. Dudo que este dilema, aderezado con las espeluznantes y sangrientas imágenes de las operaciones, me deje conciliar el sueño esta noche.
Y hasta aquí puedo (y quiero) decir de esta interesante película que, sin embargo, se pasa de surrealista en algún que otro aspecto.