Memorias de una Geisha
El cine asiático se ha convertido ya en lo que el conjunto de sus países de origen, en un gigante. Esta semana se estrena en España con gran expectación la adaptación del best-seller Memorias de una geisha. Y, desde luego, es una superproducción en toda regla, sobre todo por el hecho de que el director es el que rodó Chicago (a puntito estuvieron Spielberg o Spike Jonze) y porque la factura es norteamericana.Y además, incluye en su reparto a las estrellas cinematográficas de más relumbrón: Li Gong, Michelle Yeoh, Ziyi Zhang y Ken Watanabe. Por cierto, que sólo él es japonés, porque la gran Yeoh nació en Malaysia y las otras dos en la milenaria China. Curioso. También aparecen por ahí Cary-Hiroyuki Tagawa, Kôji Yakusho y Randall Duk Kim, que seguro que los han visto en alguna que otra peli.
La recreación del Japón de los años 30 y 40 es fantástica, y eso que es todo decorado menos, creo, los jardines del salón de té, una explosión de colorido y paz (sí, la filosofía Zen me ha invadido). Y la historia es casi épica. En realidad, es una historia de amor más que una biografía desgraciada, con la que es de sobra conocido que la propia y real protagonista, Mineko Iwasaki, no congraciaba, por lo que decidió escribir posteriormente su propia versión.
Es interesante, no obstante, contemplar cómo la cultura tan arraigada mueve la cotidianeidad de las mujeres desde que son unas niñas y cómo estas se preparan para ser las más deseadas y envidiadas. Porque también se muestra la codicia y la decrepitud que en un momento dado invade los corazones de las damas. Todo muy metafórico, muy retórico y muy adornado, ya se pueden imaginar. Pero bien agradable y sin resultar pesado, que es verdad que algunas producciones orientales pecan de ello.
Así que, a pesar de algún que otro cabo suelto y de lo apabullante y poco sobrio que resulta en ocasiones el desarrollo de la narración (por cierto, en voz en off, un recurso muy resolutivo), no pongo demasiadas objeciones a Memorias de una geisha. Y desde luego, las actrices me han gustado una vez más. Guapas como ellas solas. Al señor Watanabe se le ve mayor, qué le vamos a hacer.
Si quieren apreciar algo más este mundo misterioso, dos consejos. My dear Moriarty me ha recomendado encarecidamente que vea Zatoichi, del insigne (dice él) Takeshi Kitano. Al que, hablando de otra cosa, volveremos a ver pronto en una de sus facetas más alocadas, según dice Gadxeto blog. Y una cosa más: si pueden, contemplen un día las tradiciones japonesas más ancestrales, como la ceremonia del té o la colocación de un kimono (gracias a Sony). Nada más.
Lo mejor: La recreación del Japón de los años 30 y 40 es fantástica. Las actrices guapas como ellas solas.
Lo peor: Lo apabullante y poco sobrio que resulta en ocasiones el desarrollo de la narración.