La mejor película inglesa del año

★★★★☆ Muy Buena

Orgullo y prejuicio

Hay momentos en la vida en que el frio resuelve mejor los problemas que el calor. Encerrarse en uno mismo y atravesar una copiosa nevada se convierte en solución para evadirse de asuntos que marean en la cabeza y el corazón. Para esos momentos en que el gélido invierno sopla con fuerza se inventaron películas como “Orgullo y prejuicio”, en su más reciente versión, y que es, de largo, la mejor película inglesa del año. Son historias completas, sin mácula, brillantes de principio a fin, exentas de faltas o puntualizaciones. Esto no significa perfección, pero sí se acerca mucho.

Pese a que debo reconocer que no he disfrutado de la miniserie de la BBC que protagonizó Colin Firth (muy reseñada por algunas personas cercanas), no puedo esconder mi más absoluto entusiasmo por esta cinta de Joe Wright. Por la delicadeza de sus imagenes desfila la pureza de Keira Kinghtley, una de esas bellezas finas, sencillas, de sonrisa perturbadora por su candidez y, a la vez, complicidad. Levita por las exquisitas estancias donde transcurre la historia con una gracilidad única, semidivina, a lo que acompaña una interpretación perfectamente adecuada al papel de Lizzie Bennet.

Más allá del inenarrable encanto de su protagonista, nominada con merecimiento al Oscar a la Mejor Actriz, hay un elenco de artistas encomiable. Desde la tímida mirada de Rosamund Pike hasta la poderosa presencia de Judi Dench, sin olvidar el dulce Mr. Bennet de Donald Sutherland. Pero mi favorito, pese a que suene a tópico, es ese noble estirado, orgulloso, racional y presumido de Mark Darcy, que pese a todos sus prejuicios acaba enamorado de quien no debe. Ignora cualquier obstáculo (los salta), cualquier error cometido (intenta corregirlos a cualquier precio), cualquier desavenencia de su entorno (planta cara) para entregar sus sentimientos a esa criatura única que encuentra en Elizabeth Bennet.

Junto a todo ello, la deliciosa música de piano de Dario Marianelli (también nominada) y la fotografía de Roman Oshin, cálida, delicada, precisa.

Puede que mis circunstancias influyan en exceso a la hora de emitir un juicio de valor acerca de esta película, pero aun así, creo que merece mi reconocimiento como una de las mejores cosas que he visto últimamente. Sencillamente, un placer cinematográfico para todos los sentidos… y para el corazón.
Lo mejor: La pureza de Keira Kinghtley. Un placer cinematográfico para todos los sentidos.
Lo peor: Nada.
publicado por Dino el 15 febrero, 2006

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