El director se sale con la suya: hace una cinta de género sin dejar de machacarnos con las cuatro ideas que ha tenido desde que tomó una cámara

★★★☆☆ Buena

Plan oculto

Debo el hecho de haber visto esta película a una de esas raras ocasiones en que los amigos se ponen de acuerdo para ir al cine. En este caso fue más extraño porque, a pesar de haber ido acompañado, tuve que ver la película solo. En la elección del grupo resultó ganadora “La Fiesta del Chivo”, que yo ya había visto. Entonces opté por “El plan perfecto” o “Inside man” (2005) como quien hace hora. No estaba muy convencido, pues el anterior “troncho” del director (“A Spike Lee Joint”), “She hates me” (2004) me había decepcionado y el trailer de “El plan oculto” me olía a película por encargo.

A los cinco minutos me di cuenta que estaba completamente equivocado. Para comenzar “El plan oculto” es una película muy entretenida, esto hace que todo comentario posterior sea pura retórica. Esta cinta dan fe a la cualidad de “hacernos-olvidar-de-todo” que a veces tiene el cine. ¿A quién no le gusta el suspense? Pues bien, aquí el viejo Spike nos ofrece un caldo concentrado de suspense desde el arranque. Lo admirable es que, además, el director se sale con la suya: hace una cinta de género sin dejar de machacarnos con las cuatro ideas que ha tenido desde que tomó una cámara.

La película comienza cuando “el ladrón más cráneo del mundo” (Clive Owen) nos dice que tiene el plan perfecto para robar un banco y que lo escuchemos bien porque no lo explicará dos veces. Un minuto después: él y su banda ya tienen a todos los clientes y al personal del Banco de cara contra el suelo. Bien, lo que comienza aquí es un guerra de cerebros. Delincuentes, policías y otros interesados se meterán en el juego para demostrar quién es el más vivo. La primera gran idea: los delincuentes obligan a todos los rehenes a vestirse como ellos y liberan a unos cuantos. La policía, desconcertada, cree que son parte de la banda y se pasa la vida interrogándolos. Mientras tanto el dueño del Banco llama a Madeline (Jodie Foster), “la perra más astuta de la ciudad”, para que rescate un trapito sucio oculto en la bobeda del Banco. Pero Keith (Denzel Washington), el detectivo a cargo del caso, no va dejar que ninguna mujer venga a mandonearlo y comienza a ponerse la pilas. Policías y ladrones se esfuerzan en demostrar de qué lado están las mejores neuronas. Negociaciones secretas, micrófonos ocultos, grabaciones engañosas, peticiones inverosímiles, todo vale para quedar como el smart guy. Y, lo más divertido, todo esto aderezado con el fino humor callejero de Spike Lee, ese ingenio que dejaría sin palabras a cualquier criollazo.

En el trancurso de la cinta, como diluyendo un jarabe en esta sopa de suspenso, Spike hace que nos traguemos algunas cucharadas de su mensaje político. New York no deja de ser esa mezcolanza racista, violenta e inescrupulosa. Una ciudad, como diría Vallejo, poblada de “lobos abrazados”. Las zancadillas, las alianzas y los insultos que circulan entre los protagonistas son simplemente síntomas de su lucha diaria por quedarse con el pedazo de carne más grande. Peces grandes o peces pequeños, de mano negra o cuello blanco, cometen sus pecadillos para progresar. Y esto es lo que siempre ha tenido tan asado a Spike.

Al final de ambas funciones me encontré con mis amigos. A ellos también les había gustado su película. Comentarios, comparaciones y ponderaciones en el camino al lugar donde nos llenaríamos el estómago. Nos gusta tanto el cine y después bienvenida sea la mayonesa.
publicado por Andrés Mego el 22 mayo, 2006

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