Camino a Guantánamo
Winterbottom vuelve a demostrar su dominio de la técnica cinematográfica, algo que ha quedado patente en la medida en que su filmografía ha ido cogiendo empaque.Sin un guión escrito como tal y con unos personajes ‘verídicos’ que deambulan por una realidad ficcionada, Camino a Guantánamo es de esas películas que asestan un duro golpe al espectador por su carga emocional e ideológica. Cine necesario, si, pero también cine atrevido no sólo por lo que cuenta, sino por la forma en que lo hace.
El director de títulos como Wonderland, Welcome to Sarajevo y Código 46 nos tiene acostumbrados precisamente a que no nos acostumbremos a su manera tipo de hacer cine, dispar entre unos proyectos y otros, pero con el mismo rigor en cuanto a su precisión estética y formal. Su último estreno vuelve a ser un híbrido audiovisual con Irán como escenario elegido para recrear Afganistán dentro de una fábula tan atroz como ineludible.
Se parece mucho esta variante del camino al infierno a En este mundo (In this World), el largometraje en que el cineasta británico contaba las peripecias de dos jóvenes afganos que, desde Pakistán, inician un viaje de no retorno por la Ruta de la Seda hasta el Londres que le depara el edén prometido de un futuro mejor. Camino… se acerca al género documental pero no es como otros productos más periodísticos ya que pretende destacar el componente de entretenimiento que tiene toda ficción.
El drama de ‘los tres de Tipton’, tres británicos musulmanes confundidos con terroristas y embarcados en el peor viaje de sus vidas, protagoniza este relato imprescindible para posicionarnos, con argumentos sólidos, frente a la política del terror impuesta por gobiernos como el de Estados Unidos y ante el afán imperialista, camuflado como instinto de supervivencia ante el coloso americano, de países como Irán.