Cars
En su breve pero acertada filmografía, Pixar ha logrado alcanzar un complejo equilibrio entre la nostalgia animada y las nuevas técnicas por ordenador. Es ahí, antes de nada, donde paradójicamente falla de base su película más ambiciosa y adulta, Cars. Probablemente por ser incapaz de conciliar en un punto común la apabullante factura visual de sus carreras, giros y loopings con el sencillo, que no simplista, diseño de producción de sus carismáticos personajes. Un error evidente para una película que, en efecto, parece avergonzarse de si misma porque no encuentra, o no quiere encontrar, un sólo argumento que defienda el discurso que tan vehemente propone: la mirada nostálgica a la Calle Madre de América, para ya no sólo recordar, sino además recuperar la manera de vida que conllevaba la mítica Ruta 66Cars es, por tanto, una película indulgente que no alcanza a sublimar su material inicial sino que, en cambio, tira de Catálogo Pixar; es decir de personajes representativos, dobles lecturas y gags de altura diseminados por una trama tan desarticulada como excesiva. Cars, que logra brillar intermitentemente, se coloca al borde de la caricatura y sólo se le ocurre recurrir a su impecable pirotecnia visual para disimular sus defectos, aunque por desgracia más bien los acentúe.