La historia en si misma es lo peor del conjunto, con retales de cuentos cogidos de aquí y de allá, mezclados con mitología y patrones de creencias populares, un conglomerado de incoherencias al servicio del poderío estético.

★★☆☆☆ Mediocre

La joven del agua

En demasiadas ocasiones el trailer de la película resulta más interesante que la cinta que promociona. Eso les puede ocurrir con el avance de este largometraje, uno más en la carrera descendente de un cineasta, M. Night Shyamalan, que en 1999 alcanzó un éxito mundial e inesperado con El sexto sentido, la única cinta de terror en una filmografía construida sobre las bases combinadas de géneros que van del fantástico al suspense.

Está claro que de un título tan sonado no se puede vivir de por vida, aunque algunos si saben explotar el filón. El amigo M. Night Shyamalan cae en la cuenta a pesar de que el sobrecogedor título, cogido con alfileres, está ya muy lejos. Reincide en las fórmulas que parecieron funcionarle tan bien, dando la impresión de que el polifacético cineasta está entrando en una crisis creativa y puede que esa sea la razón principal por la que ha mostrado en esta ocasión su faceta interpretativa.

Su último cuento de terror, al igual que los anteriores, mantiene en vilo hasta el final sólo si no se cuela un avispado espectador en la sala y empieza a atar cabos. En esta ocasión no ha querido abusar de la fórmula porque ha optado por no sembrar de recovecos el camino a seguir, como ocurre en otros títulos de su filmografía como El protegido y Señales. Previsible en todo momento, La joven del agua combina ficción con otro tipo de ficción basada en la leyenda. El cuento de hadas con patético conserje y chico para todo de vida monótona, está protagonizado por Paul Giamatti, al que hemos visto en American Splendor, Cinderella man y Entre copas, y la angelical aunque inesperada Bryce Dallas Howard, a quien dejó ciega en su anterior proyecto y tras Nicole Kidman fue nueva musa de Lars Von Trier en Manderlay (continuación de Dogville).

Cuando del todo sólo resaltan los detalles más insignificantes –aunque estarán conmigo en que la parodia del crítico de cine es estupenda-, quiere decir que nos hemos equivocado con el libreto y su traslación a imágenes –aquí todas de gran belleza-. Ya le ocurrió igual con El bosque: una excelente ambientación no sustenta un guión flojo, de ahí que consideremos que la historia en si misma es lo peor del conjunto, con retales de cuentos cogidos de aquí y de allá, mezclados con mitología y patrones de creencias populares, un conglomerado de incoherencias al servicio del poderío estético y presa a su vez de su incapacidad narrativa.

El cineasta parece inspirarse en el mundo de fábula en el que ya se apoyó Terry Gilliam para abonar el terreno de ilusión donde aflora El secreto de los hermanos Grimm, otra cinta fallida sin que alcancemos a saber bien el porqué de ello. Por encima de lo que podamos pensar, y aunque le falte ritmo y entereza como producto final, las aventuras de nuestra acuática amiga narf, una ninfa cualquiera, entretienen.

Sacamos la conclusión de que Shyamalan conoce bien los trucos del marketing y la comunicación cinematográfica, al saber enganchar con el público, echando amarras aunque luego no sea capaz de anclar la nave. En otras palabras, no emociona, y si no consigue volverse crédulo por hora y media, el cuento, en lugar de llevarnos a mundos lejanos, sirve sólo para dormirse en los laureles.
publicado por Daniel Galindo el 30 agosto, 2006

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