Alatriste
Publicitada a lo grande como la película más cara de la historia del cine español (costó 24 millones de euros), llegó al fin a nuestras pantallas “Alatriste” de Agustín Díaz Yanes.Como todo el mundo sabe, se trata de la adaptación de las cinco novelas de Arturo Pérez-Reverte sobre las aventuras del capitán Alatriste (Viggo Mortensen) y sus amigos en las que las batallas en Flandes y las intrigas palaciegas del Conde Duque de Olivares (Javier Cámara), Fray Emilio Bocanegra (Blanca Portillo) o el rey Felipe IV se ven salpicadas con referencias a Velazquez o Quevedo (Juan Echanove) formando el conjunto una buen retrato de la España del siglo XVII.
Es ese fresco histórico uno de los fuertes de la película de Díaz Yanes, gracias entre otros factores a su hermosa banda sonora de Roque Baños y sus estupendas dirección artística (Benjamín Fernández) y vestuario (Francesca Sartori). Porque si algo consigue la película es trasladarnos al Madrid del siglo XVII con gran efectividad, con sus calles sucias y oscuras, sus diferencias sociales, su moralidad… La opción del realismo queda patente en escenas de batallas en las que Díaz Yanes decide renunciar a la espectacularidad y los grandes movimientos de masas típicos de las superproducciones y ofrecernos planos generales en los que vemos claramente que los soldados en liza son unas pocas decenas.
También la fotografía (Paco Femenia) es un auténtico primor, imitando el estilo de algunos cuadros de aquella época y ayudando a crear esa atmósfera pesimista que envuelve toda la película. Pesimismo totalmente justificado al tratarse, en cierto modo, del retrato de una sociedad y un imperio que comenzaban a desmoronarse.
Respecto a los actores no puedo quejarme porque están todos bien. A los ya mencionados habría que añadir a Elena Anaya, Antonio Dechent, Eduard Fernández, Ariadna Gil, Pilar López de Ayala, Eduardo Noriega y Unax Ugalde. Para mí todos están a la altura pero que me aspen si sé por qué Fray Emilio Bocanegra está interpretado por una mujer (la estupenda Blanca Portillo).
Pero, por encima de todos ellos, el alma de la película es Viggo Mortensen, que compone un Alatriste perfecto, fatalista, desencantado, implacable con sus enemigos pero leal con sus amigos. Un actor con una magnífica presencia que, aunque es verdad que tiene un acento raro, está tan metido en el papel que llega un momento en el que me convence de que nadie más podría haber sido Alatrsite y que esa voz rara es la perfecta para el personaje.
Hasta aquí parece que todo funciona en la película, ¿verdad? Pues no. En realidad todo funciona en la película, excepto la película. Desconozco si es un fallo de guión por culpa de querer abarcar demasiado (no olvidemos que adapta cinco novelas diferentes sobre el personaje) o de montaje por haber recortado excesivamente el metraje para darle una duración más comercial. Lo que está claro es que el ritmo nunca es el adecuado, hasta el punto de llegar a ser imperdonablemente aburrida en algunos pasajes. Además le falta fuerza y pulso narrativo lo que tampoco ayuda a hacer atractivos los momentos menos aburridos.
La sensación que produce en el espectador es la de estar viendo una serie de televisión lujosa a la que le hayan recortado la mitad de las escenas para su paso por los cines. De tal manera que saltamos de unas escenas a otras sin solución de continuidad, sin dar tiempo a crear la atmósfera adecuada y con elipsis que claman al cielo. Un trailer de dos horas y media de la que podría haber sido una gran película de cuatro o cinco horas.
En definitiva “Alatriste” demuestra, una vez más, que con dinero sobre la mesa podemos hacer una superproducción que nada tenga que envidiar a las estadounidenses en cuanto al producto final. Lo malo es que no hemos demostrado saber hacerlas mejor que ellos y uno se queda con la impresión de que el cine español ha perdido una oportunidad histórica de crear una joya fácilmente exportable a buena parte del planeta. Había material para hacerlo y no hemos sabido. Otra vez será.