Entretenida, aunque excesivamente larga. Merece la pena verla, aunque solo sea por la ya mencionada ambientación y la música que acompaña la acción.

★★★☆☆ Buena

Los Borgia

He visto una película en general entretenida, aunque, a veces, se hace demasiado larga: me da la sensación de que le sobran metros. No obstante, mantiene la línea argumental; la ambientación está muy cuidada; la fotografía es decente; la música está muy bien encajada en el filme, pero….

Lo primero que se me ocurre es que el título está mal. Me parece que hubiese sido mucho mejor, por más corto y llamativo haberla llamado: “Borgia”, porque, en realidad, el protagonista no es la “familia” Borgia o “los” Borgia, sino “un” Borgia: César (Sergio Peris-Mencheta). Alejandro VI o Rodrigo Borgia (Lluís Homar) es “la causa” de César y del papel que desempeña; los hermanos, Juan (Sergio Muñiz)y Jofré (Eloy Azorín) Borgia son comparsas del protagonista; la hermana Borgia, Lucrecia (María Valverde), es acompañante.

En todo caso, el filme comienza con César Borgia en su momento de desgracia, con un Corella (Antonio Dechent), el hasta entonces brazo ejecutor de su voluntad en la sombra y tras haber visto la maquiavélica imagen de un Julio II, el anterior cardenal della Rovere (Eusebio Poncela), recién elegido papa. A continuación, la acción retrocede a la llegada de los tres hermanos Borgia a Roma para asistir a la elección y coronación de su padre, el cardenal Borgia, como papa Alejandro VI. A partir de ahí, asistimos a los avatares por los que pasa César, creado cardenal, eximido de la púrpura, nombrado general en jefe de los ejércitos pontificios hasta la muerte de su padre, superando el momento cronológico de su prendimiento y terminando con su propia muerte.

En el plano formal, la ambientación de la película es formidable. Rodados en parte sus exteriores en Roma, la grandeza de la Ciudad Eterna está muy bien acompañada por los planos de interiores. La fotografía es buena y la dirección de Antonio Hernández, en mi opinión, impecable, teniendo en cuenta el guión con el que trabaja, firmado por él mismo y por Piero Bodrato, y la presunta existencia de una miniserie para Antena 3. Hay momentos memorables, como el plano cenital del funeral y elección de Julio II, la escena de la cena con los Orsini o, incluso la de la muerte de César (aunque resulte, en mi opinión, un poco artificiosa).

Pero, se supone que un filme cuyo título alude a una familia importante y valenciana en el contexto de los Estados Pontificios a finales del siglo XV, con Castilla empeñada en su empresa ultramarina, Aragón con su pie puesto en Nápoles y su enemistad con Francia, que será el respaldo de los Borgia, tendrá un gran porcentaje de relato de personajes, y aquí es donde la película empieza a desilusionarme.

En general, el relato es superficial, muy superficial, sin mostrar nada de la complejidad de los personajes, comenzando por el mismo César Borgia. La imagen que me ha transmitido Sergio Peris-Mencheta es la de un matón de barrio aupado a un puesto importantísimo, con una proyección estratégica y una acción táctica fundamentales para los Estados Pontificios. Y es difícil que un personaje así hubiese podido “inspirar” a Nicolás Maquiavelo al escribir Il Principe. No acompaña, en mi opinión, la actuación del actor, que se me antoja corresponde más al papel que digo que al de un estratega que utiliza la fuerza como medio para la consecución de otros fines.

El personaje de Alejandro VI (Lluís Homar), por otra parte, queda reducido a la mínima expresión: sus amoríos, sus fiestas, sus intensos sentimientos hacia sus hijos, su sentido mafioso de la familia. Sin embargo, Alejandro VI (no en vano pasó casi toda su vida en Roma) era un hombre cultivado, mecenas de las artes y gran político, que supo jugar sus cartas de gobernante, tanto hacia el exterior (los reinos de Castilla, Aragón, Portugal, Francia y Nápoles, la república de Venecia y un largo etcétera) como hacia el interior, aunque algo de esto sí se atisba, aunque con trazos casi pintorescos: los Orsini, los Sfroza… En todo caso, sí me parece destacable la actuación de Lluís Homar, con momentos francamente buenos, como en la escena en la que le comunican la muerte de su hijo Juan.

Lucrecia Borgia (María Valverde), tan nombrada en la leyenda popular, aparece completamente desdibujada. Al menos, sí se la presenta como una especie de juguete de la familia, “hija de papá” a la que papá exige determinados esfuerzos a cambio de su estatus, prescindiendo de sus sentimientos en presunto beneficio del colectivo. La actuación de María Valverde se me antoja meramente discreta.

Merece la pena destacar la labor de ciertos secundarios y el primero es Corella, el brazo ejecutor de César Borgia, magistralmente interpretado por Antonio Dechent, actor cuya vena dramática conozco desde hace unos 30 años y que es buena muestra de lo que hay que currarse el asunto para ser actor en este país. Asimismo, un Eusebio Poncela, que personifica de manera muy adecuada, a mi juicio, al cardenal della Rovere y futuro Julio II. No hay que olvidar tampoco a Burkard, el eficiente secretario de Alejandro VI, muy bien interpretado por Roberto Álvarez.

En cuanto al resto del elenco, Paz Vega, como Caterina Sforza, tiene un papel corto con una interpretación discreta, previsible quizá. No es, desde luego, su mejor papel, aunque sí transmite la indignación de la ilustre presa ante el omnipotente César. Ángela Molina interpreta a Vanozza, la madre de los hermanos Borgia. Su actuación, en un papel también corto, me ha parecido asimismo discreta, aunque encaja bien en las situaciones en las que aparece y transmite la delicada situación de la madre desplazada de hecho por su hombre y por sus hijos. Del resto de los actores, quizá merezca destacarse Linda Batista, como Sancha de Aragón. Eloy Azorín, como Jofré Borgia, y Sergio Muñiz, como Juan Borgia, me han dado la sensación de estar de relleno. Diego Martín, como Perotto, simplemente no me ha gustado. No sé si por influencia de su papel en la serie televisiva Aquí no hay quien viva o por circunstancias propias de su interpretación, no me transmite en absoluto el carácter dramático de su presencia.

Por lo demás, la historia real se esquematiza hasta tal punto que da la sensación de que Rodrigo Borgia ha caído en Roma como un “ovni” cuando lo eligen papa, obviando el hecho de su larga permanencia en los entresijos vaticanos y su precedente Calixto III, que tendría su parte en la red de amistades y enemistades de las grandes familias romana.

En resumen, Los Borgia me parece una película entretenida, aunque excesivamente larga. Merece la pena verla, aunque solo sea por la ya mencionada ambientación y la música que acompaña la acción, aunque quizá se haya perdido una oportunidad de hacer un filme más centrado en el personaje que le sirve de hilo conductor o, como alternativa, en las sin duda espectaculares circunstancias políticas y bélicas de la época de Alejandro VI.
Lo mejor: La ambientación, el vestuario, la actuación de algunos actores secundarios.
Lo peor: El personaje principal.
publicado por Illaq el 16 octubre, 2006

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