Odisea narrada sin destellos, entre abrumadora y tenebrosa, incierta a la par que casi imposible.

★★★★☆ Muy Buena

Hijos de los hombres

Año 2027, las mujeres no pueden tener hijos. Con esta proposición, aterradora y pesimista a la vez, Hijos de los hombres entronca con la ciencia-ficción más distópica. Sin embargo, a la última película de Cuarón no le interesa tanto cómo se ha llegado al Apocalipsis, sino el camino paralelo y alternativo que surge frente a él. El que emprende la última mujer embarazada hacia la esperanza

En esta odisea narrada sin destellos, entre abrumadora y tenebrosa, incierta a la par que casi imposible, los protagonistas avanzan a tientas por el caos y los escombros, por fotogramas que se antojan más realistas de lo habitual en el género, y por tanto más cercanos; sin literatura. Así la crónica se transforma en ciencia-ficción, y esta a su vez deviene en película de terror. Hijos de los hombres es una parábola de futuro sin demasiado maquillaje, que disloca un par de décadas las enfermedades de nuestros días, ahora ya terminales. De hecho la fecha es circunstancial, casi contextual, un peaje necesario de la ambientación. Probablemente en lo que escribamos esto, ya hayamos alcanzado la película, o ella nos haya cogido a nosotros.

Pero como esta es una historia de esperanza, Clive Owen lucha, en medio del apagón generalizado, para alumbrar de sueños e ilusiones a un mundo infértil. Para que, entre tanto grito y ruido, no deje jamás de escucharse el llanto presuroso de un recién nacido en busca de cariño.
Lo mejor: El acabado realista de sus imágenes, y el final.
Lo peor: Que con la excelente secuencia bélica Cuarón esté buscando reconocimiento.
publicado por Ibán Manzano el 20 octubre, 2006

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