Alatriste
Hay cosas que no pueden ser, por mucho que uno lo intente. No se puede abarcar un tronco de sequoya con los brazos. No se puede beber más cerveza de la que cabe en el propio estómago de una tacada. No se pueden adaptar cinco libros en una sola película. Ésa es la lección que deberían haber extraído Agustín Díaz Yanes y su equipo del resultado final de ‘Alatriste’.Espero que se conformen con el buen resultado de taquilla, porque a nivel cinematográfico, la producción española más esperada del año se ha quedado en una especie de trailer de dos horas y media, en el que conceptos tan elementales como el ritmo narrativo, el desarrollo de personajes o la búsqueda de la acción/reacción se obvian casi por completo, enfadando a los fieles seguidores de la obra literaria con hachazos del tipo “diez años después” y confundiendo a los ignorantes de la saga de Pérez-Reverte (yo mismo, por ejemplo), al dar por supuesto que “esto el público ya lo sabe”. Esta impresión negativa se acentúa porque el director se queda a medio camino entre la superproducción de aventuras y la intriga palaciega de aspecto nada espectacular, con lo que la película irrita por igual a toda clase de públicos.
En la parte positiva de la balanza, destaca la poderosa ambientación (especialmente el vestuario) y el cuidado tratamiento fotográfico de Paco Femenía, así como la presencia de Viggo Mortensen, que a pesar del hándicap de su acento más que turbio, defiende su personaje con mucha dignidad; y a diferencia de Sergio Peris-Mencheta en ‘Los Borgia’, puede con el peso de la película (o del trailer, al menos). Enrico Lo Verso, Juan Echanove, Ariadna Gil, Francesc Garrido, Javier Cámara, y sobre todo, Eduard Fernández, sacan también sus papeles adelante con solvencia. Y algún capítulo aislado (el sitio de Flandes, personalmente es la parte que me gustó) sirve como apunte de lo que esta película podía haber sido, de estar en otras manos.
Porque en la parte negativa, aparte de algunos errores de bulto en el casting (¿Por qué Unax Ugalde no sabe poner otra cara, estando delante de Elena Anaya o de la caballería francesa? ¿Para qué das a Pilar López de Ayala, Pilar Bardem, Cristina Marcos o Paco Tous papeles tan insignificantes? ¿Por qué Blanca Portillo haciendo de inquisidor? ¿Por qué, simplemente por qué, Eduardo Noriega?), la palma se la lleva la ausencia de narración que hace que no sepas si asistes a una crónica del ocaso del imperio español, un seguimiento del personaje principal, un drama coral o una colección de highlights del bigotudo protagonista. Hablaba de ‘Los Borgia’ echando en cara la precipitación a la hora de resolver la historia. Pero es que esto es peor, esto es no saber qué contar.
Y lo peor, no saber ni cómo contarlo, porque Díaz Yanes se limita a ponernos en situación con un “Madrid, diez años después”, y entra de lleno en alguno de los “sucedidos” que va mostrando con mayor o menor acierto, sin darnos a los profanos en el universo de Alatriste la oportunidad de enterarnos de por qué todo el mundo le quiere traicionar a la vez, por ejemplo, o por qué Íñigo Balboa es asesino a sueldo un día y preso de galeras el otro, o cómo Alatriste consigue convencer al mismísimo Conde Duque de Olivares de que le haga un favor personal. Díaz Yanes suprime las muy necesarias escenas de transición para resituar a los espectadores, y consiguió lo que la flojita ‘Los Borgia’ no pudo: cabrearme. Un 3, por la labor de algunos actores y la ambientación.