Tramposa e irritante pero entretenida y turbia a la vez. Lo que pudo haber sido y no fue.

★★★☆☆ Buena

La prueba del crimen

‘Running Scared’ (2006, ‘La prueba del crimen’ en los ghettos culturales del mundo), dirigida por Wayne Kramer, está por encima del thriller medio. Hasta ahí, vale. Lo malo es que el género ha llegado a cotas miserables en este principio de siglo XXI, y estar por encima de la media no te libra de la mediocridad. En esto podía estar pensando Kramer al escribir su guión, porque tiene detalles y momentos que sobresalen, y mucho, tanto por arriba como por abajo, de los cienes de películas con la palabra “crimen” incluída en el título (título español, claro).

La trama: Joey Gazelle es un estresado mafiosillo de suburbio al que sus jefes (italoamericanos, of course) le encargan deshacerse de las armas de su último tiroteo. Esa misma noche, la pistola desaparece junto a su jovencísimo vecino y Joey debe encontrar a los dos antes de que la policia, la mafia rusa, sus propios jefes o sabe Dios quién lo hagan.

Lo que nos venden en un principio como una desenfrenada búsqueda de la dichosa “prueba del crimen”, se convierte en la huida de un niño asustado (de ahí el título original) a través de un bosque lleno de ogros, monstruos, brujas, duendes malvados y alguna que otra hada madrina (excelentes créditos finales). Y son, de largo, los mejores momentos de la película, con un par de escenas antológicas. Da la impresión de que la verdadera historia que nos quiere contar Kramer es ésta, y no toda esa chorrada gangsteril con enfrentamiento entre familias y (para colmo) multifinal, auténtico lastre de la función.

El ritmo es tan frenético como la alucinada mirada de Joey Gazelle (pasadísimo Paul Walker), y el estilo visual es tan bipolar como el punto de vista, a ratos “ultracool” y lleno de efectos que acaban mareando, y a ratos directo, sucio y duro. Las interpretaciones no destacan demasiado, exceptuando a una efectiva Vera Farmiga y al omnipresente “niño-raro” Cameron Bright. Cuando a Hollywood le da por un niño, es que nos lo meten hasta en los anuncios de frigoríficos. Paul Walker defiende su personaje las tres cuartas partes de película para luego naufragar con el resto del film en uno de los peores y más increíbles giros de guión de los últimos tiempos, que arruina la credibilidad de toda la historia, hasta ese momento trepidante y sórdida como pocas. Total, que un 6, tramposa e irritante pero entretenida y turbia a la vez. Lo que pudo haber sido y no fue.
publicado por Plissken el 24 octubre, 2006

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