Infiltrados
“Infiltrados” es una gran película de Martin Scorsese. Y con esas ocho palabras ya estaría todo dicho. Pero, como diría el carnicero, vayamos por partes.“Infiltrados” es la actualización, el remake occidentalizante de una película oriental, “Infernal affairs”, que, creo, están pasando en Canal +, pero que aún no hemos visto, con lo que no podemos comparar el producto original con su versión norteamericana. Personalmente, no me importa de dónde surja la inspiración de un guionista-director a la hora de escribir-filmar su película, siempre que lo haga bien y me interese, implique y emocione tanto lo que cuenta como la forma en que lo hace. En el caso que nos ocupa, desde luego, Martin ha sabido como arrimar el ascua a su sardina y, basándose en una idea ajena, ha puesto en imágenes buena parte de sus obsesiones, querencias, demonios internos, filias y fobias.
“Infiltrados” es una gran película que dura dos horas y media, está filmada con lujosos medios, pero muy bien aprovechados y cuenta con un elenco de actores como para quitarse el sobrero. Un reparto encabezado por los sobrios y excelentes Leonardo Di Caprio y Matt Damon, con el contrapunto del siempre excesivo, único, maravilloso e irrepetible Jack Nicholson y el contrapeso de los muy mesurados, sólidos y perfectamente caracterizados MartinSheen, Mark Whalberg y Alec Baldwin. Una gran película que cuenta muchas cosas a un ritmo endiablado, aunque tiene una bache hacia la mitad del metraje que lastra un tanto la historia y que, por lo tanto, no permite que estemos ante la gran obra maestra que estábamos esperando; le falta un punto para poder celebrar el regreso del Martin más duro y genial, del mejor director de cine de las últimas décadas. Por mucho que se haya escrito, “Infiltrados” no está a la altura ni de “Uno de los nuestros”, el cenit en la filmografía de Scorsese, y, creo, tampoco a la altura de “Casino”, más completa, más rotunda, mejor conseguida.
Eso sí, “Infiltrados” es, indudablemente, una película de Martin Scorsese. Por su temática, por el tratamiento visual de las imágenes, por sus movimientos de cámara, por los personajes que ha creado, y, muy especialmente, por la impresionante banda sonora que acompaña a la película, que si bien tiene canciones de los Rolling Stones, de Roger Waters, los Beach Boys o los Allman Brothers, ha encontrado su mejor hallazgo musical es la impresionante canción “I am shipping up to Boston”, de los Dropkick Murphys, una banda tan salvaje como las secuencias más duras de la película, que mezcla los aires céltico-festivo de las gaitas con un fraseado punk al que grupos como Rancid, los Pogues o los Clash no pondrían un pero.
Aún me quedan un montón de cosas que decir sobre “Infiltrados”. A medida que escribo sobre ella, crece la fuerza de muchas de las poderosas imágenes que ha rodado Scorsese. Así que me voy a dejar temas para una segunda reseña. Como el impactante final de la película, que entronca directamente con aquél otro majestuoso final de “Taxi driver”. Me guardo unas reflexiones sobre la figura del doble y la pérdida de la identidad y otras, que alguno podría definir como heréticas, sobre la indudable influencia de series de televisión como “24” y “Los Soprano” en esta excelente “Infiltrados”, tanto en la forma como en el fondo.
PD.- No dejéis de repasar las cuatro canciones que los Dropkick Murphys tienen colgadas en su sitio del Myspace. ¡Pura dinamita! Comienza por la cinematográfica “I´m shipping up to Boston”… y sigue.