La matanza de Texas: el origen
Aquí tenemos a la clásica familia de la América profunda, la que se muestra unida en torno a un grupo de muchachos a los que descuartizar, festejando de este modo el espíritu festivo de un sentimiento común.La acción nos remonta hasta el año 1969. Entre oníricas imágenes que darán lugar a una especie de espejismo desalentador, la película nos plantea un paseo por macabras retenciones y asesinatos nada limpios. Se revela como ejercicio de síntesis en torno a los orígenes de una de las leyendas cinematográficas más aplaudidas y temidas.
Esta historia marca el planteamiento de la que se narró hace poco con motivo de la revisión del clásico La matanza de Texas. Una película cuya finalidad principal es la de dar respuestas y no ser engañosa respecto a sus principios. Es por eso por lo que aplaudimos a su director, por no traicionar al espíritu de un tipo de cine que tiene muchos adeptos, sobre todo adolescentes, y es más consumido entre mantitas una noche de fin de semana.
Como producto cinematográfico no sorprende: la realización está destinada a resaltar el aislamiento en un paisaje rural, con carreteras semidesiertas y sospechosos personajes que fomentan encontronazos más inciertos aún. El desfile de vísceras, miembros separados de sus cuerpos y la sangre que brota sin freno puede resultar más cansino que molesto, siguiendo la estela de títulos recientes como Saw, Hostel, Creep… Un ejemplo del contraataque ‘gore’ occidental al cine de sustitos oriental.
Y aunque nunca pensamos que podríamos decirlo, se echa en falta el siempre dudoso y peculiar sentido del humor propio de un género cuya máxima aportación a la sociedad es la de permitir que muchos jóvenes se arrimen entre sí, no vaya a ser que venga el de la máscara.