Gojira (Godzilla)
Una de mis viejas cuentas pendientes con el cine de entretenimiento al que tanto defiendo era la mítica “Japón bajo el terror del monstruo” de Ishirô Honda, más conocida hoy en día como “Godzilla” o “Gojira”, la película que creó uno de los mitos más duraderos del cine japonés y universal.No es necesario que le diga a nadie que la cinta trata de la lucha en Japón contra un monstruo radioactivo que surge de las profundidades del mar por culpa de las pruebas nucleares. Lo que no está de más es que pensemos por un momento en lo que debió de suponer esta película en su época.
En este 2006 en el que vivimos aún nos estamos planteando si no es demasiado pronto para hacer películas sobre los atentados del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York. Pues bien, “Godzilla” es una película hecha en 1954, tan sólo 9 años después de las masacres de Hiroshima y Nagasaki en las que murieron unas 200.000 personas (según las versiones más optimistas) y unos meses después de los accidentes nucleares de Castle Bravo/Daigo Fukuryu Maru. No cuesta mucho pensar en el impacto emocional que debió de suponer para los japoneses ver de nuevo sus ciudades arrasadas y radioactivas, aunque fuese en una película de monstruos. También es lógico el impacto que el trauma atómico produjo en el arte del país nipón, en concreto en su cine posterior.
Dejando a un lado esos aspectos, tengo que admitir que el comienzo de la cinta, con los títulos de crédito apareciendo sobre un austero fondo negro mientras suena la magnífica banda sonora de Akira Ifukube, con los pasos y el rugido de Godzilla de fondo, me ponen los pelos de punta (ver el trailer para comprobarlo). De hecho la primera media hora de película me gusta bastante, tiene mucho ritmo y presenta la historia de forma muy efectiva.
La segunda media hora para mí es el fallo de la película, puesto que se desvía un poco de su camino en personajes secundarios que no es que sobren pero deberían de haber estado engarzados de otra forma en la historia. Así, el ritmo se rompe un poco y el interés decae respecto al comienzo de la película. Afortunadamente, vuelve a resurgir en el emocionante climax final. Es en ese momento cuando el alegato antinuclear se hace más evidente y conserva toda su actualidad.
En definitiva una película simpática y entrañable que quizás ha perdido fuerza con los años pero que sigue resultando entretenida y muy digna.