No se trata sólo de una historia de amor y magia sino que básicamente es una película de suspense en la que el espectador se preguntará si todo lo que está viendo es real o es producto de la ficción.

★★★☆☆ Buena

El ilusionista

Cuando asistimos a un espectáculo de magia, muchas veces tenemos miedo de enterarnos del truco y dejar atrás esa aura de misterio que envuelve a todos los juegos de magia. Pero en El Ilusionista, tanto el príncipe de Praga como el cuerpo de la policía del lugar están obsesionados con descubrir cuáles son los secretos que esconde el mago Eisenheim (Edward Norton). Y es que sus trucos son tan espectaculares que parecen fruto de algún extraño poder sobrenatural.

La historia empieza, como es imaginable, con el mago Eiseheim mostrando sus habilidades artísticas en el escenario, con un público encandilado ante sus misteriosos trucos. A partir de aquí, la película se desarrolla en un flashback que explicará los inicios del protagonista como mago desde su infancia hasta su éxito.

Desde que era un adolescente, Eiseheim estaba enamorado perdidamente de Sophie von Teschen, (interpretada por la inexpresiva Jessica Biel), un amor correspondido que se ve truncado pero que vuelve a avivarse años más tarde. Como son personas de distinta clase y condición social vivirán una relación clandestina al más puro estilo de Romeo y Julieta. Se ven obligados a separarse y se encuentran cuando son adultos pero la bella Sophie era ya la prometida del príncipe de Praga (Rufus Sewell). Todo serán impedimentos para el mago puesto que tanto el príncipe como el policía intentarán a toda costa descubrir sus trucos. Pero la historia de amor es el elemento menos desarrollado y que prometía más desde un principio. Quizá el hecho de que la película esté narrada desde el punto de vista del personaje del detective policía interpretado por Paul Giamatti genera un distanciamiento del espectador con respecto a la pareja, de manera que tras un inicio prometedor, cuesta hacerse cómplices de su pasión y sentir empatía por los personajes.

Pero no se trata sólo de una historia de amor y magia sino que básicamente es una película de suspense en la que el espectador se preguntará si todo lo que está viendo es real o es producto de la ficción creada por el mago. Con la muerte de uno de los personajes, la historia tomará caminos de intriga policial, de aquellas en la que el espectador puede jugar a adivinar quién es el asesino.

En el plano técnico hay que destacar una banda sonora y una ambientación cuidadas al detalle que consiguen recrear a la perfección la atmósfera de luces y sombras que se vivía en la Viena del año 1900. El guión es correcto aunque sufre algunos altibajos: después de un prometedor inicio llega a un punto de inflexión de estancamiento narrativo que se prolonga hasta casi el final. Un final, que aunque puede llegar a intuirse, no deja de sorprender. La historia se resuelve bien de forma que en el puzzle de la película, todas las piezas acaban encajando a la perfección.

Dejando a un lado las posibles carencias, el público que más disfrutará la película será el que esté dispuesto a dejarse llevar, y creer que las maravillosas ilusiones creadas por el mago tienen algo de realidad. Si dejamos a un lado la lógica llega un punto en el que no nos cuestio-naremos los trucos y podremos disfrutar plenamente de los espectáculos de magia.

Una historia entretenida, un drama amable sin más pretensiones que entretener cual espectáculo de magia y que consigue notablemente su propósito. La historia ejemplifica la eterna lucha entre la lógica (la razón) y la emoción, la ilusión. Pero, tal y como se plantea en la película, ¿en la ilusión estará la verdad?
Lo mejor: la excelente ambientación y las escenas de magia
Lo peor: la descafeinada historia de amor
publicado por Silvia el 7 diciembre, 2006

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