Pastiche edulcorado a caballo entre el thriller espasmódico y macabro del gore más sanguinolento y la competente funcionalidad narrativa del cine de intriga.

★★★☆☆ Buena

Mentes en blanco

Pastiche edulcorado a caballo entre el thriller espasmódico y macabro del gore más sanguinolento y la competente funcionalidad narrativa del cine de intriga, aunque ésta venga trucada con argumentos previsibles, montajes ya trillados y, sobre todo, el as en la manga de saber que un final sorprendente pueda reflotar noventa minutos de pereza visual.

Mentes en blanco juega a esta ambiguedad de forma notable, todo hay que decirlo. Se hermana con otros productos de un corte similar y acuden, mientras la vemos, trozos de Memente, de Saw ( ay, qué escuela ha abierto esta franquicia ) o de ( más lejanamente ) Sospechosos habituales. En el reino de los ciegos, el tuerto es el rey.

Hay actores de valía ( Kinnear, Caviezel, Stormarre ) y no se ha acudido a un plantel anónimo como en otros films de esta índole. El guión es minucioso, resultón, puzzle animado de convenciones del género donde prima ( ya digo ) la búsqueda de un final que nos deja a todos flipados, en la línea de Saw ( insisto ) o Seven, que una hilazón de los acontecimientos bien trabada y un trabajo más artesano en la caracterización meramente teatral de los personajes.

Esos de los hombres encerrados en un sótano sin tener ni pajolera idea del cómo y del cuándo suena ya a canción conocida. Estos tiempos de creatividad plana producen clones briosos. que uno acepta porque, en el fondo, ama el cine y reconoce que no siempre es fácil filmar El silencio de los corderos ( esa obra maestra del entrenimiento adulto ) o la citada Seven, que a mí me parece absolutamente genial.

Tanto flashback y tanta cámara en mano producen sofoco y también mareo. La construcción del decorado final, el puzzle barroco que nos muestran, se vale de un pesado proceso de crear realidad paralelas: ninguna de estas realidades nos seduce enteramente.

La pregunta final: ¿ es buena ? Pues a su modo es una obra maestra, pero ese modo ya tiene al personal una pizca harto. Queremos cine de calidad, pero habiendo tanto y tan diverso, escama que se arracimen en la cartelera productos buenos, en principio, pero aburridos, por vistos. Pienso, ahora, en Deja vu, que tiene los mismos ingredientes de película competente, pero carente de una adecuada tensión dramática.

Efectismo a raudales, final sorprendente, actores en racha, director de videoclips (Simon Brand ): Mentes en blanco. ¿ Y por qué, entonces, no tengo la sensación de que la película vale la pena y que echa uno un rato estupendo en el cine ?
Lo mejor: La sensación de claustrofobia
Lo peor: Que se parece en exceso a muchas otras películas, sin superar en ningún caso a los modelos de referencia.
publicado por Emilio Calvo de Mora el 22 diciembre, 2006

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