Nueve vidas
Cualquier persona tiene una historia que contar. En esta película se cuentan nueve historias: nueve vidas. En cada episodio, el final es como un impacto en el estómago, golpea la conciencia y deja reflexionando al espectador. Es la narración, rodada en una única secuencia, de nueve relatos, nueve fragmentos de vida de nueve mujeres de edades, condiciones y personalidades diferentes, pero que en esencia son la misma. Cada una atraviesa una situación distinta, pero que se convierte en su propia encrucijada emocional.Retazos de vida de apenas quince minutos cada uno que conforman un retrato universal de la esencia femenina. Una inmersión tan profunda en la personalidad de la mujer no podía haberse captado mejor que, como en este caso, con planos cortos que nos acercan a los personajes, con una cámara que acompaña y sigue sus movimientos y que convierte al espectador en testimonio directo de lo que allí ocurre.
Sandra es una inmigrante que pasa sus días encerrada en prisión y vive con la impotencia de no poder salir a abrazar a su hija pequeña. Diana (Robin Wright Penn), una embarazada que ve cómo su estabilidad emocional se tambalea al encontrarse con un amor pasado. En la emotiva escena del reencuentro en el supermercado, el afecto parece volver a renacer entre la pareja, es más, se trata de un sentimiento que no los abandonó nunca. Otra de las piezas muestra el estado de ansiedad que padece una mujer en la antesala de una operación quirúrgica, momento intenso que incluso llega a arrebatar una sonrisa nerviosa al espectador. El amor, el dolor, el sexo, la muerte y la soledad, se mezclan en estas historias siendo la expresión de la vida misma. Aunque el conjunto de las historias es algo irregular, por el hecho de que algunas historias se muestras más desarrolladas que otras, se logra mantener el ritmo sin apenas decaer en toda la cinta.
Con una puesta en escena aparentemente sobria pero impecable y una banda sonora suave como una caricia, el director de Cosas que diría con sólo mirarla e hijo del escritor Gabriel García Marquez se confirma una vez más como un sabio conocedor de la psicología femenina y que cuenta con una sensibilidad especial para plasmar en imágenes el sentimiento humano. Quizá no llegue a obra maestra por la falta de mayor cohesión entre las historias, pero la ventaja que tiene la película es que hace intuir que nos encontramos con un director prometedor a la hora de bucear en las emociones más íntimas de cada uno.
Lo mejor: La escena en el supermercado en especial, y en general, la sensibilidad que despierta la película.
Lo peor: la relativa falta de conexión entre las historias y la inconsistencia de alguna de ellas.