La alianza del mal
La Convención de Ginebra tiene un nuevo problema y se llama The Covenant, la dirige Renny Harlin y espero que alquilen trajes antirradiación en las salas de cine donde se estrene. No suelo hacer leña del árbol caído (miento) y no me gusta ir de sobrado (miento como un piojoso bellaco) pero esto es demasiado. Sí, es peor que Alone in The Dark y sí, Juan Manuel de Prada tiene otro amante con el que acostarse. Jesús, qué pedazo de mierda de película.Quizás no es culpa del director que parió la extraordinaria (imperial, magnificente, incontestable) Máximo Riesgo, que ha contado con el presupuesto de la parte del episodio de Embrujadas antes de la publicidad, pero muy mal le deben ir las cosas para acabar dirigiendo este pozo de tinieblas. Disfrazada de una película normal, The Covenant narra las aventuras de cuatro magos adolescentes (y un huevo: son más viejos que la alineación inicial del Real Madrid, pero Compañeros provocó un cambio diametral en las reglas así que pasamos del tema) que se enfrentan a una poderosa fuerza maléfica que amenaza con arrebatarles sus poderes y vivir así para siempre. Pero es injusto definir así la trama de la película. Digamos que una vez explicado el percal, pues nada, te lo volvemos a explicar de nuevo (obviamente, los productores se dan cuenta de que el grueso del film solo abarca 19 minutos y es necesario estirar). La tortura se alarga hasta extremos inimaginables.
“¿Quieres hilo de pesca? Pues toma.”
Desde los títulos de crédito iniciales, donde la banda Tomandandy se encarga de machacarnos los tímpanos hasta hacernos puré y lo seguirán haciendo a lo largo del metraje, la primera escena incluye a los cuatro mamarrachos estos vestidos de negro provocando vómitos (literalmente) en una fiesta de instituto (de esas tan guays, a la luz de la hoguera) y haciendo levitar un jeep para huir de la Policía, que ni se molestará en investigar como coño el coche que persiguen es capaz de saltar un barranco y acabar cayendo desde treinta metros de altura detrás de su coche patrulla. Así, otra secuencia en la que un bólido es recompuesto de la nada tras estamparse de frente contra un camión difícilmente será motivo de preocupación para los Walker Texas Ranger. Cualquiera puede señalar incongruencias e idas de olla en una película, pero The Covenant, como los mejores truños, las exhibe con orgullo.
El reparto. Ay. Este es el momento en el que Harlin, rompiendo de nuevo con su línea, se cree Verhoeven. Los cuatro notas son modelitos de Calvin Klein y, además, campeones de natación. Unid los puntos. Justo: festival de abdominales, peleas en las duchas a golpe de toalla, atracción homoerótica, homocoche y… homomotocicleta no resuelta, perpetuo estado de fornicación, las chicas del film de vez en cuando están vestidas y, poses culturistas cuidadosamente estudiadas para que parezcan espontáneas. A la Juani le parecerá cojonudo. A mi la verdad es que me da lo mismo. Es el menor de los problemas de la película y es un puñetero cachondeo.
Es casi más doloroso ver como Harlin conserva algo de lo que le convirtió en un director de clase A en el género de acción de Hollywood, como su sentido del ritmo, a pesar de que su recién encontrada afición al videoclip está por todas partes. El afamado crítico eslavo Rofl Merthinson afirma en su líbro “Del cine, la práxis y esas cosas que explotan” eso de “si el público no lo entiende, hipnotizalo”, pero esto es Guantánamo concentrado. Véase la pelea final, donde el bueno y el malo se lanzan bolas de gelatina tranparente que explotan al contacto durante 10 puñeteros minutos seguidos. Sólo hay una producción audiovisual en el mundo entero que emplee este tipo de estilo. Ésta.
La chavalería echándose unos ritos.
Evitaré hacer mucha referencia más al resto de la trama, como la madre del protagonista, el fantasma que aparece y desaparece, el trasfondo histórico del pueblo etc, etc… Si el guionista pasa de ello, lo normal es que yo lo haga también. Sólo queda una última reflexión por hacer y se refiere al género de terror, habida cuenta de la sucesión en diarrea de films que nos están haciendo pasar por pelis de miedo. ¿Por qué cuando haces una comedia de mierda -véase España- simplemente no es graciosa y cuando haces una mala peli de terror tocas el fondo del barril? ¿Es este género más difícil de lo que parece inicialmente? ¿O es que simplemente no nos asustamos como antes? Y lo más importante, después de padecer esta escoria de película: ¿alguien me puede prestar una navaja afilada? Porque mis venas y la muerte tienen una pronta cita.
Lo mejor: Un coche que se recompone tras fostiarse de frente contra un camión. Eso vale un 2.
Lo peor: El gilipollas que conduce el coche es uno de los susodichos magos y va hablando por el móvil. Quitamos puntos. Mala suerte.