La joven del agua
Hasta ahora ningún director como el señor Shyamalan había conseguido crear tanta intriga en los preestrenos de sus películas. Como veis, no me refiero a que sus películas tengan suspense y sean entretenidas (que también lo son), sino a que el público, por mucho que no sean fans suyos, espera impaciente su próximo estreno. ¿Y por qué será? Pues por la razón de que sus películas, tan hipnóticas, poéticas y simbólicas, te sumergen en otro mundo, en un mundo creado por él mismo. M. Night Shyamalan es único.En su último film, La joven del agua, llevado a cabo a través de un cuento que les explicaba a sus hijas antes de ir a dormir, el simbolismo es el protagonista, o más bien el género. Se podría calificar a esta preciosa película como un cuento para adultos totalmente simbólico y poético con el género fantástico de telón de fondo (o quizás no tan de fondo…). Ya sé que puede parecer una paranoia, pero es que La joven del agua es una auténtica paranoia. O más bien, la podría definir, centrándonos en el director, como la película más personal de Shyamalan, aunque eso no quiere decir que sea perfecta. Y como muestra de que es su más ambiciosa propuesta, el director se ha decidido ha no hacer simplemente un cameo (que en mi opinión quedaba mejor) sino que aparece ya como actor secundario (y desde luego imprescindible en la trama).
Ya sabéis que no me gusta demasiado explicar de qué tratan las películas que critico, pero creo que para que luego podáis entender mejor lo que os explico (si es que no la habéis visto aun) , os contaré la breve sinopsis: Cleveland Heep, un hombre encerrado en sí mismo, traumatizado por un terrible pasado y que no sabe (o no puede) ver el mundo que le rodea, encuentra un fortuito día a una ninfa en la piscina de los apartamentos en que trabaja como hombre de mantenimiento. La extraña relación que se crea entre ellos después de su encuentro se verá entrometida por unos seres monstruosos que pretenderan impedir que la bella ninfa llamada Story vuelva a su mundo, El Mundo Azul.
Creo que todos los otros detalles y momentos de la película (¡que son infinidad!) son mejor verlos, ya que en un film así, en el que cuenta más ver que escuchar, es imprescindible verlo de principio a fin sin saber ningún tipo de trampa, secreto o pequeño detalle.
Esta es una película con multitud de personajes (todos ellos brillante e irónicamente descritos). Todos ellos aportan pequeñas dosis de importancia a la historia, por lo que la hace más compleja y entretenida. Tanto los dos protagonistas, Paul Giamatti y Bryce Dallas Howard, como los secundarios han sido excelentes elecciones de cásting. Creo oportuna la atención a Jeffrey Wright (como el adicto a los crucigramas), Bob Balaban (en el papel de un antipático y excéntrico crítico de cine), Sarita Choudhury (como la hermana del Shyamalan actor), Bill Irwin (como Mr. Leeds, ese hombre que lleva toda la vida en los apartamentos), Cindy Leung (como la hija china de la madre que conoce la historia del Mundo Azul) y el conjunto de amigos que no paran de fumar, aunque esté prohibido en su pequeño apartamento.
La joven del agua está llena de escenas memorables, y por ello, me he decidido a describir algunas de ellas (brevemente si se puede), las más significativas del film. Empezaré por el inicio (si alguien no quiere saber detalles sobre la película que no lea el siguiente párrafo): la película se abre espléndidamente con un precioso y totalmente simbólico seguido de dibujos que cuentan la historia de la gente del agua con los humanos, que después de estar junto a ellos, decidieron separarse y preocuparse de ellos mismos. Esta introducción es la que hace que entres en la película, por lo que si no te convence o te parece simple y patética, más vale que no veas más trozo de película, no vale la pena. Para aquellos que la apertura, digna de cuentos infantiles, les haya emocionado (como a mí), fíjense en las siguientes secuencias que mencionaré (sin desvelar parte del desenlace, que esta vez no es sorpresa). Aunque no sea demasiado importante para la trama, la primera imagen de Paul Giamatti intentando matar a un bicho que se ha introducido en el apartamento de unos habitantes sudamericanos que gritan como desesperados ante la supuesta asquerosidad del animal es, aparte de irónica, un gran comiezo, símbolo del hombre ante el aparente pequeño animal.
La segunda secuencia que destaco es la del primer diálogo entre Story y Cleveland, pausado y lleno sensibilidad. Cuando el protagonista se sumerge dentro de la piscina, o más bien, al mundo oculto de la por ese momento desconocida Story, es una escena que aparenta terror y sustos, pero en cambio lo que quiere transmitirte es dicho descubrimiento, un paso más en la historia de Story.
Otra secuencia significativa es la de Paul Giamatti intentando combatir contra los enemigos de Story, que al mismo tiempo le indica los pasos que ha de seguir para que los malvados seres no lo ataquen (no entraré en detalles). Pero la mejor para mí es la de Cleveland curando las heridas de Story sin nada más que con el corazón. Y por último, el plano final, con ese Giamatti borroso por el agua de la piscina que le ha cambiado la vida. Dichas escenas carecerían de tanta belleza sin el brillante director de fotografía Christopher Doyle (habitual colaborador de Wong Kar Wai).
M. Night Shyamalan ha mezclado y encajado todas las piezas de este complicado puzzle con la intención de salvar a la bella nimfa, para crear lo que se puede llamar un happy end que recompensa a todos. Como decía antes, no tiene un género fijo. En La joven del agua puedes encontrarte a Paul Giamatti haciendo el payaso imitando a un niño para que le cuenten un cuento (que por cierto, lo hace muy bien) y a la escena siguiente y a la secuencia siguiente a un temible perro-lobo que quiere comerse a quien se cruce por su camino. A lo que me quiero referir es a la gran mezcla de géneros, con el drama dominante, que el director hindú ha creado.
Esta arriesgada propuesta goza también de una excelente banda sonora (atención al tema principal) compuesta por James Newton Howard (siempre presente en los films del director), un trabajado montaje e impecable edición, unos efectos visuales extraordinarios (aunque sean lo de menos), un guión de lo más elaborado y una ingeniosa dirección.
La joven del agua es una pura muestra de poesía visual, de originalidad extrema, de sensibilidad no lacrimógena y, ante todo, un gran paso a la filmografía de este genio llamado M. Night Shyamalan. No es perfecta, y por eso la admiro. Los cuentos nunca han sido perfectos, y menos los que parten de uno improvisado.
Lo mejor: La irónica escena del pobre crítico de cine...
Lo peor: Que Shyamalan no haga un cameo sino de secundario.