Un Bogart de terror, la película fue gestada en una época que Warner era, si se nos permite la expresión, una “”máquina de hacer chorizos””.

★★☆☆☆ Mediocre

The return of Doctor X

Parece sencillo hoy día descalificar filmes como El Regreso del Doctor X por su pobreza narrativa y su negación a la hora de producir espanto en el público. Pero hay que tener en cuenta que la película fue gestada en una época que Warner era, si se nos permite la expresión, una “máquina de hacer chorizos”. Usualmente los productores buscaban satisfacer al público generando filmes de tema social, westerns, aventuras, los siempre efectivos policiales y, eventualmente, algún filme terrorífico. Para ello gozaban de un plantel de actores bajo contrato sobre el que parecían sortear una especie de lotería sobre a quien le toca cual personaje.

Esa parece ser la única explicación para entender a Humphrey Bogart en una película de terror. Warner recurrió a un viejo éxito de la casa, DOCTOR X (El Doctor X-1932) que marcó la primera alineación entre Lionel Atwill y la “gritona” Fay Wray. Para 1939, con el resurgir del género (consolidado a partir de varios interesantes largometrajes de Universal), Warner no tenía intención de quedarse fuera, y así es como tenemos un “Regreso” de este ténebre Dr. X, que si bien no es una secuela propiamente dicha del filme de 1932, pivotea en varios puntos coincidentes, a saber:

– Sangre sintética: Recordemos que en la película de 1932, un científico loco utilizaba “carne sintética”
– El protagonismo de un periodista: Al Lee Tracy de 1932 (demasiado ocurrente y gracioso) le sucede el Wayne Morris del filme que nos ocupa, menos interesado en hacerse el gracioso que en investigar el caso
– Claro está, la presencia de un “Doctor X”, en este caso Bogart, que porta el mismo apellido que el personaje de Lionel Atwill (aunque sin parentesco)

Una actriz teatral (Lya Lys) es “asesinada” y un reportero (Wayne Morris) da la primicia a su periódico. Sin embargo, al día siguiente aparece con vida para desmentirlo. El extraño hecho despierta su curiosidad y, junto con un joven médico amigo (Dennis Morgan), se pone a investigar. La casualidad quiere que uno de los implicados sea el reputado Dr. Flegg (John Beal) cuyo asistente es el extraño y frío Quesne (Bogart), que no es otro que el temible Doctor “X”, que necesita frecuentes dosis de cierto tipo de sangre. Bogart recién hace su aparición en el minuto 22 del filme y se ve que el director Sherman quiso dotar su presencia con climas ominosos que, debido a la rapidez con la que parece haber sido filmada, nunca llega a lograr. De hecho, los 4 minutos finales son un prodigio en concisión narrativa y más que un desenlace parece un resumen del desenlace (lo que por supuesto, le quita el esperado suspenso). Aún así se puede comprobar su similitud con el desenlace de la posterior SI MUERO ANTES DE DESPERTAR (1952), de Carlos H. Christensen.
publicado por Dario Lavia el 1 enero, 2007

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