Candida
Hace unos años, casi diez ya, tuve la oportunidad de conocer personalmente a los componentes del dúo Goma Espuma, con motivo de la presentación de un libro sobre internet para torpes cuando esto de la red era algo incipiente en España. Desde pequeño los había seguido y siempre me había gustado su humor de corte surrealista, lleno de ingenio y mordacidad, y tan diferente al que tengo más cercano habitualmente por mi condición de orgulloso gaditano que ejerce de tal.El Milagro de P Tinto me pareció una enorme bocanada de aire fresco, por sus variopintos personajes, estrambóticos escenarios y revolucionario planteamiento. Toda esa conjunción de factores le conferían una naturaleza muy especial.
El caso de Cándida es diferente. Aquí, Cándida es el sol en torno al cual gira toda la película. Esta buena mujer, cuyo personaje tiene su propio nombre real, sueña con tener una casita en América, y gracias a sus labores de celestina, consigue llegar hasta él.
El ingenio basado en la sencillez de los diálogos, brillantes a la vez que inteligibles para todo el mundo es la característica principal de esta película.
Observar la manera de desenvolverse de esta señora prevalece en interés sobre cualquier otro aspecto del filme. Ella sola consigue lo que muchas grandes estrellas no logran, y es llenar la pantalla y hacer que el resto del reparto y las cuestiones meramente cinematográficas languidezcan. Y es que aunque pueda parecer exagerado, Fesser definió a la perfección a esta mujer, sin formación académica alguna, cuando dijo que de haber tenido acceso a unos estudios apropiados, seguramente hoy estaría sentada en una banqueta del Congreso.
Quizás no sea una obra maestra, pero el placer de ver a una sencilla y entrañable señora como Cándida, compensa con creces los casi cinco euros que hoy me han clavado por la entrada.
Lo mejor: Nos recuerda que paradojicamente, la grandeza suele residir en la sencillez.
Lo peor: Cándida eclipsa al resto del reparto. Aunque no sé si atreverme a decir que eso es un defecto.