Babel
Anunciada como el final de la trilogía del dolor del tandem guionista-director formado por Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu, al fin he podido ver la que será, con toda probabilidad, una de las películas más nominadas en los oscars de este año.“Babel“, nos cuenta varias historias entrelazadas que tienen como epicentro un desgraciado accidente: unos niños en Marruecos disparan y hieren a una turista americana (Cate Blanchett) que está de viaje con su marido (Brad Pitt).
Lo diré sin rodeos: la película me gusta pero me ha decepcionado. Tras todas las críticas positivas que había oído sobre ella, alabándola como gran ejercicio narrativo, poesía en imágenes o genial guión me esperaba más. Me alegro de que guionista y director hayan decidido no hacer más trabajos conjuntos porque creo que es hora de que ambos vuelen por separado antes de que empiecen a resultar demasiado repetitivos
Me gusta la forma de dirigir de Iñárritu, y estoy de acuerdo en que crea imágenes de una gran belleza, apoyadas también en una magnífica fotografía y una buena banda sonora. Sabe crear tensión emocional y dramática con muy pocos elementos en una escena; algo esencial en un buen director.
Los actores están todos soberbios, especialmente inspiradas Adriana Barraza en su papel de cuidadora de los hijos de la pareja estadounidense y Rinko Kikuchi como sordomuda. Es una pena que en España la película se emita doblada porque no sólo deja de tener sentido el título, el mensaje y muchas escenas sino que, además, nos perdemos una parte muy importante de dichas interpretaciones. Creo que Franco lleva muerto el tiempo suficiente para que nos carguemos una de sus primeras leyes “culturales” sin demasiados remordimientos, ¿no?
Volviendo al tema que nos ocupa, en mi opinión el principal problema es el guión. Me parece una buena idea, la del acontecimiento aparentemente intranscendente que, en una especie de efecto mariposa, da lugar a todos los acontecimientos del film, pero creo que hay cosas que están demasiado cogidas por los pelos.
Y no me refiero, sólo, a que haya elementos difíciles de creer, que también es un handicap en una película que no se vende como una fábula (cosa que hacía muy bien “Crash“, por ejemplo) sino como un retrato “realista” y profundo sobre el problema de la incomunicación y la falta de entendimiento. Me refiero a que, en realidad, la historia de la japonesa no tiene una relación clara con la historia central aunque, a cambio, puede que sea la más angustiosa de todas y la que más engancha al espectador. El propio director debía ser consciente de ello al reservarle el maravilloso plano final de la función.
También me parece que el personaje de Gael García Bernal no tiene mucho sentido y casi todas sus acciones parecen inexplicables. Me temo que tanto el personaje como sus extrañas decisiones no son otra cosa que un recurso facilón del guionista para complicar más la situación.
En el terreno de lo anecdótico comentar que algún problema debe de tener Arriaga con la masturbación porque tanto en su guión para “Los 3 entierros de Melquiades Estrada” como en este caso, la masturbación precede a la tragedia. ¿Hay algún psicólogo en la sala?
En definitiva, la película está bien dirigida, bien interpretada y resulta suficientemente entretenida, pero está lejos de ser la obra maestra que muchos pregonan. Una cosa son las intenciones o el mensaje y otra muy distinta el resultado artístico.