La película está concebida para convertirse en un clásico, a pesar de que dudo si será ésta la parte del duo Iwo Jima que quede como recuerdo más notable.

★★★☆☆ Buena

Banderas de nuestros padres

Del Sr. Clint Eastwood esperamos cada vez más y más. Quien nos iba a decir que aquel Harry el Sucio se convertiría en todo un referente cinematográfico en el siglo XXI. Apuntando maneras, allá por el 92 con la multioscarizada “Sin Perdón”, Eastwood ha sabido dotar a su carrera de un efecto crescendo, con cota máxima en “Million Dollar Baby”, y que culmina hasta la fecha en el ambicioso proyecto de Iwo Jima: “Banderas de nuestros Padres”, la cual aterriza primero, y la próxima “Letters from Iwo Jima” que llegará algo más tarde.

Tras pincelar estos antecedentes iré al grano: “Banderas” está concebida para convertirse en un clásico, a pesar de que dudo si será ésta la parte del duo Iwo Jima que quede como recuerdo más notable. Desde el primer fotograma hasta el último Eastwood busca la película bélica más conmovedora de los últimos años, y ello no por ser bélica, sino por contar el sentimiento más mezquino de los yanquis a la vez que se libraba la 2ª Guerra Mundial: la necesidad de héroes a toda costa. Con todo ello, es una película patriótica, con una porción de la historia de América que no se si a todos interesará.

Realmente, cuando comencé a ver el film no sabía exactamente qué me contaría el director, si serían escenas de combates al estilo cruel de “Salvar al soldado Ryan”, o las cicatrices de guerra en seres desdichados como en “El Cazador”. En “Banderas” se entrelazan ambos esquemas, y debo decir que lo hace de forma magistral. Flashbacks, un narrador, falsas entrevistas, todo lo que permita a Eastwood moverse de adelante hacia atrás y viceversa, para finalmente completar la historia de forma perfecta.

“Banderas de nuestros Padres” cuenta la historia de los seis hombres que, en la colina de Iwo Jima, en pleno fragor de la 2º Guerra Mundial, colocaron la bandera americana, siendo inmortalizados de por vida. Conviritiéndose la fotografía en todo un icono de guerra, 4 de ellos volverán a los Estados Unidos para hacer un gira promocional en busca de fondos para la guerra. Los recuerdos de los compañeros caídos, y la dificultad de erigirse en “famosos” por nada cambiará el rumbo de sus vidas.

Debo confesar que me sorprendió gratamente encontrarme en medio de la trama con una crítica tan feroz a la sociedad americana que eleva a los cielos a gente que realmente no hace nada. No significa que los 6 hombres que ondearon la bandera estuvieran de vacaciones, sino que realmente ni se colocó estando en batalla, ni hubo muertos mientras la ponían, ni nada de riesgo, algo que, desconociendo por completo la historia americana, me hizo especial gracia.

Así, mis escenas favoritas son las de los tres soldados haciendo todo un “tour” espectáculo para conseguir que la gente comprara bonos de guerra. La relación tan fría que les une, a pesar de haber compartido muertos en combate, y John Slattery, la figura del “manager”, implacable, egoísta y todo un individuo execrable, le da una dimensión a la película que hace de los soldados aunténticos peleles, sin que pierdan a su vez el lado más emotivo de su debilidad, muy difícil de conseguir cuando se supone que debe de haber más violencia de por medio.

¿Todo es tan bueno?, pues no. A pesar que en conjunto toda la trama está perfectamente encajada, las interpretaciones no llegan a la calidad del guión. Partiendo de la base que desde el principio me cuesta distinguir a Hank de Harlon y de Doc y de no-se-quien-más con tanto casco hasta las cejas, Ryan Phillipe está demasiado tieso, a Paul Walker casi ni lo distinguimos, Jamie Bell tiene escaso tiempo de pantalla y quien más peso dramático tiene en el film, el indio Adam Beach, no lo borda precisamente. Por otro lado el metraje, otra vez, es excesivo para lo que cuenta. Son 2 horas y 15 minutos, y vale que “Piratas 2″ dura más, pero quien dijo que “Piratas 2″ era corta. Como siempre, es mejor lanzar una película con intenciones de Oscar con un metraje digno de Oscar. Sin embargo en algunos momentos la acción se relantiza de forma innecesaria.

Los que vais buscando una película de guerra sin compasión vais a salir muy defraudados de la sala. Tal vez ahí radique su fracaso en taquilla. El público creyó que vería vísceras y sangre, y en realidad Eastwood muestra mucho más corazón.

De lo que sí estoy seguro es que, con un precedente como este, “Letters form Iwo Jima” va a ser excelente, porque Eastwood se alejará de tanta banderita y sentimiento patriótico para centrase en la visión japonesa del conflicto, y eso, en manos de este director es algo que no quiero perderme.
publicado por Bloody Will el 12 enero, 2007

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