Luces al atardecer
¿Han conocido alguna vez a alguien que ponga la otra mejilla reciba una bofetada?Se lo pregunto porque si la respuesta es sí, es probable que el conocido sea el protagonista de “Luces al atardecer”, una película con pretensiones pseudos-intelectuales y que, por lo tanto, al resto de los mortales, alejados de la mano divina de ver el arte donde no lo hay, nos podrá resultar bastante aburrida.El argumento se podría resumir de la siguiente manera: un hombre que se lleva muy mal con todo el mundo pero no porque cante las cuarenta a todos los borderlines que encuentra en su camino, él simplemente no hace nada. Se sienta y ve la vida pasar, que se ríen de él, pues vale, que le pegan, pues vale, que le engañan, pues vale, que sólo hay una persona que lo quiere, pues pasa de esa persona. En fin, como ven lo que se dice un tipo inteligente. A esta historia tan interesante se le suma la gran expresividad de sus actores, facciones estáticas que al igual que los pechos de silicona, da igual cómo estén, dónde estén y con quién estén, ellos siempre permanecen iguales.
Eso sí la fotografía es muy bonita y el protagonista es muy mísero, muy mísero, ¿y ya por eso se debe suponer que la película es buena? Yo, personalmente, para ver imágenes estancadas de gente muy mísera prefiero darme una vuelta por el Museo del Prado y observar las Pinturas Negras de Goya (aunque eso sí, el argumento resulta más interesante y crítico).
¡Ah! Por cierto, si conocen alguien así, díganle que cambie porque hace bastante daño a la condición humana.