Glengarry Glenn Ross
Recientemente, en el ya clausurado Daily Prices de La Coruña, tuve la oportunidad de adquirir este film en su única edición en dvd. La había alquilado en su momento y había resultado ser una de las peores ediciones en dvd que había visto. Sería injusto si no dijera que tiene pinta de ser una de las primeras películas en ese formato. Por eso no tiene ni subtítulos en castellano (aunque sí el audio en inglés) ni extras ni (asombroso) la función de saltar capítulos durante la película. Aún así, por el precio por el que la adquirí mereció la pena.James Foley tuvo de mano a un elenco sorprendente y muy jovencito. Obviamente estamos hablando de una película de 1992: Jack Lemmon aún estaba en una segunda madurez, Ed Harris tenía pelo, Al Pacino parecía un dandy recién licenciado, Kevin Spacey un adolescente “trepa”, Alec Baldwin había recibido los primeros fascículos de “cómo hacer de cabronazo en el cine”…
Pero no podemos olvidar el gurú que seguramente les reunió a todos: David Mamet.
El gran dramaturgo y autor de emblemáticas obras teatrales y admirables obras cinematográficas (muchas basadas en esos libretos) es el gran protagonista. Tanto la construcción como los diálogos son un vehículo magistralmente estructurado para darnos una visión nada dogmática pero si cruel y opresiva de lo absorbente y despiadado que puede ser vivir para trabajar. Las grandes obras se distinguen por la sencillez, ver cómo algo humilde puede ser grandioso y parecer que no ha costado trabajo llevarlo a cabo. Ése es Mamet. En esta película las sentencias de todos los personajes, incluso su verborrea, no son más que una metáfora. Hay un gran vendedor que parece que no vende, otros que en vez de vender a clientes se venden grandes tratos entre ellos para poder conseguir lo que deberían hacer en base a “incautos” y unas malditas fichas con datos de posibles compradores que ponen en jaque los valores de unos “galgos” que deben alcanzar la meta antes de que su tercer puesto les haga perder el trabajo.
Una magnífica película y una gran obra original que deja al descubierto todas las manipulaciones habidas y por haber, todos los trucos sucios que podemos llegar a usar en momentos de desesperación.
Con Foley colaboraron Juan Ruiz Anchía, ese gran director de fotografía patrio asentado plenamente en USA que aporta las luces y sombras de esta obra y un discreto James Newton Howard.
Una obra maestra para aquellos que quieran conocer más sobre cómo hacer diálogos, una biblia de la interpretación y una película sobresaliente que a algunos nos deja con la boca abierta y una sonrisa de “joder, vaya peliculón”.
Lo mejor: Todo.
Lo peor: Que nadie se lance a hacer una edición en dvd como Dios manda y Mamet merece.