Matar a un Ruiseñor
Nos encontramos ante una película sublime, arrebatadora, a ratos sensíble y a ratos memorable, merecedora de ser considerada una de las mejores producciones de todos los tiempos, te conquista con una simplicidad que reina desde el principio hasta el fin. Adaptación de la novela homónima de Harper Lee, nos cuenta un drama sobre lo mejor y lo peor del ser humano y de las crueldades muchas veces somos capaces de cometer.Con un comienzo muy diferente, intrigante y original para la época, paso a contar algo del argumento: todo comienza en la pequeña ciudad sureña de Maycomb, en plena época de la depresión. Atticus Finch(Gregory Peck en el que fue el papel de su vida), es un abogado humilde que vive con sus dos hijos y con su empleada de hogar sin muchos lujos, pero con mucha dignidad. Los hijos de Atticus son obedientes, responsables y educados: desde pequeños, aprendieron con su padre los principios de la justicia, del respeto hacia los demás y de la igualdad…la relación padre e hijos es por lo tanto sólida y fuerte, también porque Finch hace de madre y de padre a la vez.
Pero todo esto se rompe cuando nuestro protagonista acepta defender al negro Tom Robinson(Brock Peters), acusado de violar a una joven blanca. Atticus se convierte entonces en el objeto del odio y del racismo de algunos habitantes de la ciudad, enfadados porque Finch defienda a una persona de color. Por otro lado, al mismo tiempo que intenta ganar el caso, intenta proteger a sus hijos de esos sentimientos de odio del que él es víctima. El día del juicio, Atticus prueba la inocencia del reo, evidenciando ante todos la hipocresía y el cinismo de tal acusación, símplemente por el color de la piel de la persona. Aun así el veredicto es de culpabilidad para Tom Robinson.
Hay al menos cuatro grandes momentos a destacar en todo el metraje: 1) Cuando la hija de Atticus, Scout (Mary Badham), en una escena en el que su padre es acorralado por varios habitantes del pueblo, los aleja simplemente teniendo una inocente conversación con uno de ellos -al preguntarle por su hijo, compañero en la escuela de Scout- y donde podemos observar la inocencia de una niña sin maldad enfrentada a una persona llena de odio y de prejuicios. 2) Cuando Finch les cuenta a sus hijos la historia que da título a la película y que sólo comprenden al final de ésta. 3) La advertencia del Sheriff de Maycomb a Atticus de que “van a por él” y 4) La escena de la salida del tribunal de Atticus, después de defender a Tom Robinson, cuando todos los negros presentes en la sala se ponen de pie y lo saludan con orgullo.
Recordemos también que el veterano actor Robert Duvall hace en esta película su primera aparición en la pantalla grande, en el papel de Boo Radley, un joven con algo de retraso mental y con un pasado misterioso que es motivo de admiración, miedo y fascinación por parte de los hijos de Finch, que coleccionan los pequeños objetos de madera y jabón que Boo les talla y que deposita en el agujero de un árbol frente a la casa.
En cuanto al gran protagonista de la cinta, Gregory Peck, hay que decir a su favor que se entrega totalmente al personaje, con un corazón y una sinceridad fuera de toda duda, haciendo -como menciono en una frase anterior- el papel de su carrera. Es muy difícil imaginarse a otro actor haciendo el papel de Atticus Finch, al que deberíamos considerar un verdadero héroe, una persona íntegra, justa y tolerante, un abogado de provincias con unos ideales por encima de todo tipo de mezquindad. Como no podía ser menos, consiguió por dicho papel el Oscar al mejor actor. Mencionar que la película también ganó la estatuilla a la mejor dirección artística, todo un mérito en la historia, ya que realmente los espectadores se sienten inmersos en la época retratada en todos sus detalles. El estupendo guión adaptado de Horton Foote también se llevó la estatuilla.
“Matar a un ruiseñor” fue una de las primeras películas en tratar el tema de la discriminación y la intolerancia racial, sin presunciones y sin “ñoñerías”, una cinta en el que un hombre blanco educa a sus hijos enseñándoles a respetar a las personas, sean quienes sean, mientras se enfrenta a los obstáculos de una sociedad mezquina y reticente a aceptar las diferencias. En definitiva, una buena historia, un buen director, un excelentísimo actor y una fotografía en blanco y negro cuidadísima … estaba cantado que tenía que salir una obra maestra.
Lo mejor: El personaje de Atticus Finch y todos los valores que representa. Aparte de abordar abiertamente el tema del racismo, el trasfondo mucho más profundo que se esconde tras su argumento.
Lo peor: Absolutamente nada.