Apocalypto es una película notable, que no sobresaliente. No entusiasma, pero funciona perfectamente. Tiene un mecanismo efectivo, que no es otro que el de cualquier maquina con las piezas bien incorporadas.

★★★★☆ Muy Buena

Apocalypto

Mel Gibson, como persona, es bastante indigesto. Es un hombre empeñado en ser todo lo peor: misógino, racista, ultra conservador religioso u homofogo son algunas cosas visibles en su personalidad o, al menos, en algunas de sus entrevistas u actos en público quedando en evidencia por sus palabras poco adecuadas. Ahora bien, si entramos a valorar a Gibson como cineasta, como director de cine, la cosa cambia considerablemente. Y es que este tipejo es, en realidad, uno de los mejores directores que tenemos en la actualidad, además de un autor como la copa de un pino, de los pocos que quedan hoy día dentro del cine comercial americano. Posiblemente, junto al genial aunque odiado por muchos M.Night Shyamalan, una de las pocas esperanzas que nos quedan para pensar que, el cine, lejos de los remakes, secuelas y precuelas, puede deparar películas que impliquen un riesgo artístico, una creatividad sorprendente y momentos de cine con mayúsculas sin tener que tirar de la pedantería mal asumida de otros mejor considerados (1).

Todo empezó con una pequeña película titulada “El hombre sin rostro”, de la que recuerdo más bien poco. Fue más tarde con una obra maestra llamada “Braveheart” cuando comenzó a ser tomado en serio como director, más allá de su faceta de estrella taquillera. El verdadero boom llegó con “La pasión de Cristo”, película que cosechó criticas variopintas pero que arrasó en todo el mundo convirtiéndose en un autentico fenómeno social. Más allá de su éxito comercial, esta película ya nos dejaba ver en su director a un tipo con las ideas claras respecto a su cine, de marcada violencia y pasión, así como un estilo visual arrebatador que no deja a nadie indiferente. Gibson se convirtió en autor y nos regaló otra obra maestra acogida con prejuicios por muchos.
Ahora, con “Apocalypto” se confirma como autor definitivamente, como sello diferenciador marcado por una particular visión del cine y del mundo (2).

Se nota que a Mel Gibson le gusta hablar del sufrimiento humano a través de las torturas (3) y, si “En la pasión de Cristo” este sufrimiento era la base para todo el metraje, en “Apocalypto” no se queda atrás. La muerte, en forma de cacería salvaje, nos saluda desde el primer minuto de película. Es aquí cuando vemos a un grupo de mayas, entre los que se encuentra el protagonista, perseguir a un animal por la selva hasta darle caza. Acto después, uno de ellos se come sus testículos guiado por una broma de sus compañeros, que le aseguran que, de ese modo, podrá vencer sus problemas sexuales.

Poco después entran en escena los villanos del relato o, al menos, los más salvajes y despiadados ciudadanos de la historia. Su intención no es otra que asesinar el poblado del protagonista y a los pocos supervivientes que queden llevarlos a su poblado para exterminarlos mediante un ritual en el que dan sus corazones a un Dios (que no es otro que el sol) para, de esta forma, calmar su sed. Rápidamente, y sin contar mucho más, la película se convertirá en un espectáculo de acción que no tiene nada que envidiar a cintas míticas como “Acorralado” o “Depredador”. Una violenta caza al hombre que nos depara algunos momentos espectaculares y arrebatadoramente realizados, en la mejor tradición del género. Todo con un ritmo compacto y (casi) perfecto.

Bien es cierto que, entre las intenciones de su director, no esta contarnos al cien por cien una película histórica, aunque no se olvide detalles de todo tipo, por mucho que algunos sean de dudosa credibilidad. Por tanto, lo que Gibson pretende, sobretodo desde la segunda mitad del relato, es ofrecernos una historia épica de acción y aventura. Y, en esto, no se equivoca en nada. “Apocalypto” provoca al espectador con su gore desatado y sin complejos, con sus paisajes deslumbrantes y su fotografía, en ocasiones, magistral. Aturde por su concepto del cine-espectáculo con ese toque de verdadero autor tan reconocible y sorprende por la labor de caracterización de los personajes, por la cuidada selección de casting y por el riesgo asumido desde su propio bolsillo al invertir una cantidad cercana a los 50 millones de dólares (algunos dicen que más) para llevar a cabo una película hablada en el idioma maya y con actores desconocidos que, en su mayoría, se tratan de verdaderos indígenas.

Al final, “Apocalypto” se saldo con alrededor de 50 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos y, parece ser, un interés aun mayor por Europa, donde empieza a dar que hablar por su violencia y provocación, al igual que sucedió con “La pasión de Cristo”, aunque a menor escala. Y esto, aunque no sea espectacular, son las cifras esperables, o más aun, para una película que implica tanto riesgo como la que nos ocupa pero que, como suele pasar con el buen cine de autor, sabe como venderse gracias al nombre de su responsable, que ya es motivo de visita al cine para muchos aficionados o, en todo caso, gente con ganas de comprobar hasta donde puede llegar con cada nueva película.

“Apocalypto” es una película notable, que no sobresaliente. No entusiasma, pero funciona perfectamente. Tiene un mecanismo efectivo, que no es otro que el de cualquier maquina con las piezas bien incorporadas. Vamos, que tiene que funcionar sin problemas. Y es que viendo películas como esta, a uno le asaltan ciertas dudas sobre como se pueden rodar ciertos planos, sobre como alguien puede crear una ambientación tan hiper realista y creíble sobre una cavilación tan difícil y controvertida. A fin de cuentas, esta es la película de un director que sabe lo que se tiene entre manos y al cual la cámara no le hace temblar el pulso. Por esa razón podemos ver en “Apocalypto” grandes momentos de cine sin la necesidad de juegos pretenciosos ni de caer en absurdos que entorpezcan el ritmo. Gibson va al grano y no nos deja escapar hasta que han pasado dos horas. Y, volviendo a M.Night Shyamalan, se trata de dos de los pocos directores que podemos encontrar en la actualidad, dentro del cine comercial , que tienen el don de rodar y escribir con una facilidad innata, con una notoria devoción hacia el cine y lo que significa cada plano. En definitiva, dos directores que se dan la mano, en sus respectivos estilos, para crear cine de calidad sin caer en terrenos farragosos que impregnen la pantalla de tedio, que saben conjugar el ritmo con el tono pausado sin que les salga el intento rana, y que comprenden que, el cine como otras artes, necesita de un corazón cuando se quiere hacer algo que de verdad llegue e impacte a la audiencia. Otra cosa es la respuesta que muchos les den.

(1) ¿Alguien me puede explicar por qué se aplaude todo lo que hace, por ejemplo, Christopher Nolan, sin ir más lejos “El truco final”, cuando la diferencia abismal de calidad y trabajo entre aquella película y “Apocalypto” o “La pasión de Cristo” salta a la vista? De acuerdo, es cuestión de gustos. Aun así, se nota el trabajo de un creador, de alguien de veras concienciado con lo que hace y su manera de contarlo. Yo, por más que lo intento, no logro ver dichas virtudes en el más plano y vació Nolan.

(2) Para Mel Gibson, el mundo parece ser un lugar duro y lleno de maldad. La violencia llega de la religión, de los mandatos del pueblo desatado en locura a merced de unos supuestos superiores, ya sean sobrenaturales o terrenales. Por eso mismo, “Apocalypto” no deja de ofrecernos una visión del mundo que no dista demasiado de la realidad actual.

(3) En “El hombre sin rostro” la tortura interior y exterior de un hombre destruido por su horrible cara servia para articular los miedos superficiales del ser humano en forma de tortura, una de las más primarias, la nuestra propia; En “Braveheart” William Wallace terminaba siendo torturado hasta la muerte por luchar contra la tirania de aquellos seres supuestamente superiores de los que antes hablaba; “La pasion de Cristo” compone la explicación en imágenes perfecta de la tortura por antonomasia de la historia: la de Cristo por la humanidad.
publicado por JohnTrent el 26 enero, 2007

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